La evolución de los parabrisas en Le Mans: de mallas de alambre a policarbonato

La historia del parabrisas en Le Mans, de mallas de alambre a policarbonato
La evolución de los parabrisas en Le Mans: de mallas de alambre a policarbonato

Con una multitud de desafíos presentados por esta intensa carrera de un día completo, la visibilidad y con ello los parabrisas se convierten en una clave crítica para la seguridad y el rendimiento del piloto.

La evolución histórica y la importancia vital del parabrisas en las carreras de coches, particularmente en las 24 Horas de Le Mans, han sido destacadas por Carglass. La competición ha visto una significativa evolución en la tecnología de los parabrisas y los limpiaparabrisas a lo largo de sus más de cien años de historia. Con una multitud de desafíos presentados por esta intensa carrera de un día completo, la visibilidad se convierte en una clave crítica para la seguridad y el rendimiento del piloto.

Desde las primeras competiciones en 1923, los coches en Le Mans tenían que llevar el parabrisas levantado durante al menos cinco vueltas. En aquella época, sin embargo, la fragilidad del vidrio y el impacto de los escombros de la pista y del granizo hacían común que los parabrisas se destrozaran. Los intentos de proteger al piloto con mallas de alambre eran más la norma que la excepción.

A finales de los años '30, se vio la llegada de coches con carrocerías cerradas a la competición. Sin embargo, la rigidez limitada de estas carrocerías provocaba que los parabrisas se agrietaran bajo la tensión. Para solucionar este problema, los parabrisas comenzaron a fabricarse en dos piezas con un corte vertical central.

La historia del parabrisas en Le Mans, de mallas de alambre a policarbonato (3)

En 1950, el parabrisas del Talbot T26GS jugó un papel crucial al proteger al piloto Louis Rosier de un cuervo en pleno vuelo, un incidente que sin duda habría tenido consecuencias catastróficas sin el parabrisas.

A mediados de la década de 1960, los parabrisas Triplex, fabricados con superficies curvas para adaptarse a la aerodinámica de la carrocería, comenzaron a ganar popularidad. Aún así, la lucha con la resistencia y la rotura de los parabrisas persistió.


Para mantener la visibilidad durante las 24 horas de la carrera, los mecánicos se esforzaban al máximo para limpiar los parabrisas en cada parada en boxes. A pesar de esto, la suciedad incrustada a velocidades altas resultaba tan persistente que se llegaron a montar finas láminas de plástico sobre los parabrisas, que se retiraban a medida que se ensuciaban durante la carrera. Los limpiaparabrisas, que suelen ser de un solo brazo para reducir la resistencia aerodinámica, también presentaban sus propios desafíos.

Hoy en día, los parabrisas de los coches de Le Mans son obligatorios y deben ser de una sola pieza de policarbonato con un espesor mínimo de 6 mm. Este material es superior al vidrio en términos de peso y resistencia a la perforación, lo que lo hace ideal para la competición de alta velocidad.


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